Tesoros

Echándole un poco de valor, atreviéndome por fin, he recuperado a dos tesoros que arrojé por la ventanilla del coche cuando circulaba a 160km/h por la autopista de la vida con las gafas de sol puestas aun siendo de noche.
Las oscuras gafas se rompieron en mil pedazos cuando menos lo imaginaba, los cristales me hicieron sangrar los ojos y un dolor inmenso invadió todo mi cuerpo. Gracias a las curas del tiempo, fui levantando el pie poco a poco del acelerador y disminuyendo la marcha. Di marcha atrás, realicé un cambio de sentido y he vuelto por un camino paralelo, con menos baches, sin gafas, a 90km/h, con las cortas...

Estoy feliz. Gracias, tesoros.